En los últimos meses hemos puesto a prueba nuestra creatividad, hemos soñado con el futuro, hemos tenido miedo y hemos compartido más con nuestras familias. Habíamos escuchado que el internet y los teléfonos celulares nos estaban convirtiendo en seres aislados, únicamente conectados a una pantalla, y, de repente, la red se ha vuelto la mejor opción para la educación, mientras que el parque es percibido como un lugar peligroso.
Sin embargo, aún en tiempo de pandemia, debemos ejercitarnos, porque, además de permitirnos socializar, la actividad física libera estrés, protege el corazón y activa las neuronas y la circulación, entre otros.
Esta necesidad de ejercitarnos, sumada a la creatividad de los docentes, ha transformado objetos cotidianos en potentes herramientas para desarrollar clases productivas y amenas. Es claro que la pandemia no solo nos ha traído preocupación y pérdida, también ha sido una oportunidad para explorar nuevas habilidades y reconocer nuestra resiliencia.
Patricia Martínez